Carlota de México | |
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Emperatriz de México | |
Reinado | |
10 de octubre de 1863 - 12 de agosto de 1888 | |
Predecesor | Título creado |
Información personal | |
Nombre secular | Marie Charlotte Amélie Augustine Victoire Clémentine Léopoldine |
Tratamiento | Su Majestad Imperial |
Otros títulos | Princesa de Bélgica Archiduquesa de Austria Virreina de Lombardo-Veneto Princesa de Lorena Emperatriz consorte de México Emperatriz Regente de México Princesa del Imperio Mexicano |
Coronación | 10 de abril de 1864 |
Nacimiento | 7 de junio de 1840 Castillo de Laeken, Bruselas, Bélgica |
Fallecimiento | 19 de enero de 1927 Castillo de Chapultepec, Ciudad de México, México |
Sepultura | Catedral Metropolitana, Ciudad de México, México |
Religión | católica |
Familia | |
Casa real | Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha |
Dinastía | Casa de Habsburgo-Lorena (por matrimonio) |
Cónyuge | Maximiliano I de México |
Hijos | Véase Herederos |
María Carlota Amalia Augusta Victoria Clementina Leopoldina de Sajonia Coburgo y Orléans Borbón Dos Sicilias y de Habsburgo Lorena (en francés: Marie Charlotte Amélie Augustine Victoire Clémentine Léopoldine de Saxe-Coburg-Gotha et Orléans Bourbon-Deux-Siciles et de Habsbourg-Lorraine; 7 de junio de 1840 - 19 de enero de 1927), fue emperatriz consorte de México, cabeza del segundo y definitivo Imperio Mexicano.
Princesa de Bélgica[]
Nació en el castillo de Laeken cerca de Bruselas, Bélgica, el 7 de junio de 1840. Fue la única hija del matrimonio formado por el rey Leopoldo I de los Belgas y la princesa Luisa María de Orleans (hija del rey francés Luis Felipe I de Orleáns). Pertenecía a la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha que tomó su nombre del diminuto ducado alemán que era la patria de su padre.
Fue bautizada con su nombre de pila en honor a la primera esposa de su padre, la princesa Carlota de Gales, que había muerto durante el parto. Carlota tenía tres hermanos: Luis Felipe, que murió en la primera infancia, Leopoldo, que después de la muerte de su padre se convirtió en rey de los Belgas, y Felipe, conde de Flandes.
Su abuela favorita María Amalia de Borbón-Dos Sicilias, reina de Francia, era la consorte de Luis Felipe de Francia, y sobrina de María Antonieta. María Amalia era la confidente cercana de Carlota, y durante su boda en 1857, llevó una pulsera con un retrato en miniatura de su abuela y mantuvieron correspondencia con regularidad, sobre todo más tarde mientras Carlota se encontraba en México.
Cuando Carlota tenía diez años, su madre, Luisa María de Orleans, murió de tuberculosis y Carlota fue confiada a la Condesa de Hulste, una amiga cercana de la familia. Aunque joven, la princesa tenía su propia casa pero durante unas semanas al año, Carlota se quedaba en Claremont (casa de campo) con María Amalia y el resto de la familia de su madre en el exilio, incluida su prima Blanca (entonces recién nacida), que más tarde sería emperatriz consorte de Quito.
Archiduquesa de Austria[]
El 27 de julio de 1857, Carlota contrajo matrimonio con el archiduque de Austria, Fernando Maximiliano de Habsburgo, el idealista hermano menor de Francisco José I (emperador de Austria), convirtiéndose posteriormente en archiduquesa de Austria. Carlota fue muy apreciada en la corte vienesa, especialmente por su suegra, que veía en ella el ejemplo perfecto de una esposa de un archiduque austriaco. La joven princesa belga tuvo aversión a la emperatriz Isabel (conocida como Sissi, la esposa de Francisco José I), ya que aparentemente ésta sentía rechazo por la profunda conexión que existía entre Carlota y Maximiliano.
Más adelante por presiones del padre de la princesa, Leopoldo I, el emperador austriaco se decide por nombrar a Maximiliano como gobernador de una provincia italiana. Carlota pasó varios años relativamente felices mientras el archiduque sirvió como el gobernador del Reino de Lombardía-Venecia. Aunque éstas provincias estaban nominalmente bajo el dominio del Imperio austríaco, ni Maximiliano ni Carlota tuvieron verdadero poder, y ambos estaban impacientes por papeles más desafiantes en la vida.
Años después la joven pareja aceptó la oferta del trono de México hecha por un grupo de conservadores mexicanos (opuestos al gobierno republicano encabezado por Benito Juárez), entre ellos Juan Nepomuceno Almonte y el doctor José Pablo Martínez del Río, que anhelaban un imperio para solucionar la inestabilidad política del país.
Emperatriz de México[]
A principios de la década de 1860, Napoleón III de Francia inició la Intervención francesa en México. Francia, impaciente en convertir a México en un Estado satélite, buscó un testaferro adecuado para servir como el emperador nominal. El archiduque Fernando Maximiliano de Habsburgo aceptó la propuesta y la pareja navegó para el Nuevo Mundo. Fueron coronados en la ahora Catedral Metropolitana el 10 de abril de 1864 y escogieron como residencia imperial el Castillo de Chapultepec, en la Ciudad de México. La princesa Charlotte tomó el nombre español de Carlota Amalia de México al convertirse en emperatriz.
Carlota, como nueva emperatriz, comenzó junto a su esposo Maximiliano a configurar una corte, con un rígido protocolo influenciado por su vida juntos en Austria. Carlota presidía junto a Maximiliano los grandes bailes y recepciones que se celebraban en el Palacio Nacional de México y su nueva residencia imperial, Chapultepec. La nueva emperatriz intentó, desde un principio, mantener una activa actitud hacia los asuntos políticos. Con un carácter decidido, Carlota intervino en la política imperial (más crítica cada día que pasaba), mientras Maximiliano se evadía en sus proyectos para reformar México. Llevando a cabo actuaciones para intentar frenar la inestable situación que se vivía fuera de la ciudad de México, sobre todo con respecto a los grupos guerrilleros y el ejército liberal fiel a Benito Juárez, Carlota intentó ayudar en todo lo posible al emperador Maximiliano.
En el ámbito privado, la pareja imperial fue distanciándose con el paso de los meses. Carlota y Maximiliano disponían de aposentos y camas separadas y cada vez fue menos frecuente la visita del emperador a las habitaciones de su cónyuge. Por otro lado, pronto surgieron rumores de infidelidades de Maximiliano, fascinado por las jóvenes mexicanas. Además, la pareja no había tenido un hijo que pudiese herederar el imperio. Fue por ello que Maximiliano decidió apadrinar y educar en palacio a uno de los nietos del que fuese el emperador Agustín I de México, al infante Agustín de Iturbide. Este hecho afectó mucho a Carlota, que vio cómo cada vez su esposo se distanciaba más de ella, llegando incluso a serle imposible visitar las habitaciones de su esposo. Fue por ello que Maximiliano fue privándola de participación de la política, aislándola cada vez más a un ámbito privado.
Salvadora del Imperio[]
Hasta 1867 el imperio tuvo un periodo agitado debido a los choques entre la guerrilla republicana y los ejércitos imperiales mexicanos y franceses. Desde el principio los emperadores, no pudieron equilibrar sus políticas liberales con la plataforma de los intereses conservadores que les habían llamado a gobernar. Tan sólo pocos meses después de la coronación, Napoleón III comenzó a señalar su abandono a Maximiliano. En 1866 Francia, bajo la amenaza de Prusia, la presión de los Estados Unidos y especialmente las derrotas que sufrían frente a los guerrilleros de Benito Juárez, retiró sus tropas. Este obstáculo estratégico fue un golpe fatal a la monarquía mexicana y el Imperio por poco se vino abajo. La situación fue exacerbada por un bloqueo de los Estados Unidos que impidió acudir a los refuerzos franceses.
La emperatriz Carlota, que ya se había destacado como atrevida viajera yendo a la Península de Yucatán para conocer a los mayas y las ruinas de Uxmal en 1865, decidió cruzar el Océano Atlántico en búsqueda de ayuda en Europa en una tentativa desesperada de salvar el trono de su marido, entrevistándose con la nobleza europea en París y Viena, a quienes recordaba en vano el compromiso contraído cuatro años antes; pero el poco éxito de su petición pudo ser una de las razones por las que comenzó a mostrar síntomas de desequilibrio mental, ayudado por los continuos desplantes del emperador francés Napoleón III. Desde Francia, se dirigió a Trieste para descansar y después a Roma, con la intención de conseguir el apoyo papal e inclinar a los conservadores mexicanos a su causa. Acudió al Papa Pío IX, a quien imploraba un concordato para el imperio tambaleante, sin embargo, del Papa únicamente consiguió promesas vagas que la desesperaron. En una de esas entrevistas, empezó a mostrar alteraciones en su intelecto e inclusive mencionando que la querían envenenar, llegando a tomar el agua de las fuentes públicas de Roma. Inclusive posterior a una de las entrevistas con el Santo Padre. durmió en la Santa Sede, siendo hasta ahora la única mujer que ha dormido en ese sitio. Fue así como Carlota Amalia fracasó en el intento de lograr el apoyo europeo para la monarquía mexicana. Desde ese momento, bajo presión, su locura fue incrementándose, con episodios de lucidez y demencia.
En enero de 1867, desesperada y en contra de la voluntad de su hermano Leopoldo II, ahora convertido en rey de Bélgica, regresa a América para jugar su última carta: la emperatriz María Teresa de Quito, que estaba casada con Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Gotha (primo hermano de Carlota) y cuya nación había mantenido una buena relación con el imperio mexicano. Carlota desembarcó en el puerto de Cartagena (Colombia) a mediados del mes de febrero, y desde allí hizo una travesía de casi un mes hasta Quitburgo, donde fue recibida por la emperatriz y su primo, además de ser hospedada en el palacio de El Ejido. La emperatriz mexicana logró convencer a su par quiteña para comprometer su apoyo a la causa de Maximiliano, y el 23 de abril arribaba al puerto de Acapulco con un contingente de cincuenta mil hombres armados y entrenados al mando del general Horacio de Larrea-Zurbano.
La intervención quiteña logró salvar el imperio mexicano y creó un vínculo indisoluble entre ambas naciones. Carlota se re-encontró con su marido en Querétaro, donde había se había refugiado en primera instancia, pero después lo habían apresado para su fusilamiento. Luego de lo cual entraron triunfantes en la ciudad de México, ocupada por las tropas quiteñas y mexicanas leales al emperador. Los años que siguieron fueron realmente duros, pero el contingente quiteño ayudó a expandir el poder de Maximiliano y aplacar las guerrillas juaristas, cuyo líder fue apresado y fusilado en 1869, luego de lo cual se disiparon a las fronteras del imperio y finalmente desaparecieron.
Herederos y regencia[]
Finalmente, y luego de un peligroso y delicado embarazo, el 12 de agosto de 1870 Carlota da a luz un niño que más tarde se convertiría en el emperador Maximiliano II, y al año siguiente vuelve a quedar embarazada de una niña que llevaría el nombre de Amalia Guadalupe, nacida el 23 de noviembre de 1871. Con ésto, los príncipes de Iturbide pasaban a ocupar el tercer y cuarto lugares en la línea de sucesión al trono mexicano.
Su esposo Maximiliano murió el 17 de septiembre de 1880, víctima de una afección cardiaca congénita, quedando como heredero su pequeño hijo de apenas diez años de edad. El Parlamento mexicano debió entonce nombrar a Carlota como Emperatriz Regente hasta que el príncipe alcanzara los 18 años establecidos en el Acta de Sucesión.
Siempre interesada en la política, a la que su esposo le había permitido regresar después de salvar el imperio en 1867, cuando Carlota asumió la jefatura de Estado se encontraba más que preparada para la labor y contaba con el beneplácito del pueblo. Durante los ocho años que estuvo al frente del Gobierno emprendió planes nacionales de educación, fundó hospitales y centros de estudios científicos con profesorado belga y austriaco, restableció las relaciones con Estados Unidos y ésto le permitió mejorar sustancialmente el comercio binacional, beneficiando enormemente a la economía mexicana.
Su hijo Maximiliano accedió al trono el día de su cumpleaños número dieciocho, en el año 1888, con lo que Carlota pasó a convertirse primero en Emperatriz con grado de consorte y, después del matrimonio de su hijo en 1897, en Princesa del Imperio.
Últimos años[]
Sus últimos años de vida los dedicó a consolidar la fortuna familiar con inversiones en otros países y en propiedades agrícolas por todo el imeprio. Emprendió docenas de viajes por todo el país en compañía de su hija Amalia y algunos de sus nietos. Viajaría a Quito en cuatro ocasiones más, una de ellas en 1877 para la boda entre sus primos-segunods, el príncipe Leopoldo y Blanca, a quien había conocido cuando era apenas una bebé en Claremont.
La emperatriz murió el 19 de enero de 1927, víctima de una pulmonía en sus aposentos del Castillo de Chapultepec, rodeada por sus hijos y nietos. Fue sepultada en la Catedral de México, junto a los restos de su esposo.